CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS ENTRE LAS DOS CANDIDATURAS A LA DIRECCION
DEL INSTITUTO DE FILOSOFIA DEL CSIC
Javier Echeverría Ezponda
1.- Primera convergencia: Coincidimos plenamente con Lorenzo Peña en el lineamiento en defensa de la Filosofía. De hecho, el primero de los programas estratégicos que promovemos se titula Pensar en español. Se refiere al pasado, pero también al presente. Otro tanto cabe decir de otros programas, incluido el de publicaciones filosóficas, electrónicas y en papel. Asimismo proponemos que el IFS se convierta en un Instituto de Filosofía CSIC/UNED. Por supuesto, apoyamos la defensa de la enseñanza de la filosofía en secundaria. No olvidamos que, aparte de los jóvenes, personas de otras edades también se interesan en la Filosofía. Al respecto, la UNED es un socio estratégico inmejorable. Sin embargo, siendo el IFS un Instituto de investigación, nuestro programa se centra más en promover la investigación en Filosofía, e incluso la difusión del pensamiento filosófico (Servicio de publicaciones) y su presencia social (comunicación de la filosofía). Los programas estratégicos que proponemos se refieren a problemas actuales, a nuestro juicio relevantes. No olvidamos que la propia existencia del IFS estuvo gravemente amenazada hace unos meses. Para evitar ese riesgo, que afectaría gravemente a la investigación filosófica, promoveremos una estrategia de crecimiento y vinculación interinstitucional del Instituto, no sólo en Madrid, sino en el conjunto de España.
2.- Primera divergencia: En nuestro programa nos referimos a la Ley de Igualdad y, siendo coherentes con esa referencia, la aplicamos a la composición de la candidatura. No es unipersonal, sino de equipo. Por razones administrativas (más las contextuales, en este caso irracionales, pero típicas de la cultura del IFS, en el que la presencia y visibilidad profesional de las mujeres están bajo mínimos), yo figuro como candidato a Director, Concha a Vicedirectora. En realidad, y conviene dejarlo claro desde el principio, si llegáramos a desempeñar esos cargos pondríamos en práctica una Codirección. Quiere ello decir que ambas personas utilizaríamos indistintamente el despacho de Dirección, representaríamos alternativa o conjuntamente al IFS ante las diversas instancias, tomaríamos decisiones, intentaríamos resolver los problemas que se presenten, etc.
3.- Segunda convergencia: Lorenzo, Concha y yo compartimos nuestra predilección por el estudio de Leibniz. Puesto que Lorenzo echa de menos una explicitación de principios teóricos por nuestra parte, valga esta evocación leibniziana para afirmar que, presumiblemente, los tres compartimos varios principios filosóficos. Por lo que a mí respecta, afirmo el principio de razón suficiente, el de los indiscernibles, el del mejor de los mundos posibles (interpretado de una manera un tanto heterodoxa, ver Studia Leibnitiana Suplementa 34, 1999, pp. 427-436) y, en particular, el principio básico de la ética leibniciana, según Concha Roldán: ponerse en el lugar del otro (la place d'autrui: Isegoria 17, 1997, pp. 85-105). Nuestra candidatura hace suya la divisa de Leibniz, Theoria cum praxi. Nuestro programa no es más que una aplicación de dichos principios, convenientemente adaptados a la época actual y al point de vue de Concha y al mío, que son claramente discernibles, lo que no nos impide trabajar en equipo.
4.-
Segunda divergencia:
Concha y yo diferimos de Lorenzo en la praxis, por eso nos tilda de
pragmáticos. Pero no es lo mismo la Pragmática que la Praxiología. Esta
última está bien fundada en principios filosóficos, previo análisis de
las situaciones en las que uno se encuentra, los valores que cada cual
afirma y las acciones que de dicha axiología contextual se derivan. El
programa que proponemos no es pragmático (coger los mejores despachos
en Albasanz sí lo sería), sino transformador del IFS, no en vano nos
proponemos refundarlo. Lorenzo no se pronuncia sobre este punto de
nuestro programa, el que da sentido al conjunto.
En todo caso, no sólo
proponemos la refundación del IFS, también un nuevo modelo de gestión,
basado en la participación voluntaria de las/os integrantes del
Instituto en su Dirección, proponiendo y responsabilizándose de una
serie de programas estratégicos. Preferimos una Dirección en equipo, si
el Claustro y el Instituto nos otorgan su confianza, que una Dirección
a cargo de una persona, o de dos.
5.- Tercera convergencia: Ambas candidaturas estamos de acuerdo en promover las relaciones entre el CSIC y las Universidades, como el propio Lorenzo Peña subraya.
6.- Tercera divergencia: Sin embargo, las vías para llevar a cabo este principio programático son divergentes. A Lorenzo le importa mucho que los funcionarios del CSIC puedan estar en los tribunales de oposición de las universidades (cuerpo único), así como la integración del CSIC en las Universidades. No nos oponemos a lo primero, a lo segundo sí, máxime teniendo en cuenta el principio constitucional de autonomía de las universidades, que no alcanza al CSIC. En lugar de una reforma de la Constitución, proponemos una convergencia real entre el IFS y diversas universidades, basada en acuerdos mutuos. Crear un Instituto Mixto de Filosofía con la UNED, generar Unidades Asociadas con universidades españolas, firmar acuerdos de colaboración con universidades europeas e iberoamericanas, proponer y desarrollar proyectos de investigación coordinados, impartir clases en cursos de doctorado y postgrados (promovidos por universidades o por el propio CSIC: a esto llamamos otorgar créditos), organizar Congresos, Simposios y seminarios conjuntos, etc., nos parecen vías mucho más efectivas que la presencia en tribunales, la unificación de Cuerpos y la reforma de la Constitución a la hora de promover una cooperación entre el CSIC y las Universidades en la práctica, no sólo en teoría. Si el resto del CSIC o del Área de Humanidades se anima a promover algo similar, bienvenido será, pero no parece que las tendencias actuales vayan en esa dirección. Tanto Concha como yo mantenemos ese tipo de praxis desde hace años, por eso presentamos un programa así. Las vinculaciones con las diversas universidades que mencionamos en nuestro programa están hechas hace tiempo y son sólidas, estables y sostenibles. Por eso aludimos a grupos de investigación y estamos dispuestos a añadir otros, los que prpongan otros grupos de investigación del IFS (o de la UNED, en su momento). Propugnamos un IFS conectado estratégicamente a varias instituciones universitarias y de investigación, tanto españolas como internacionales. Es un programa pensado para cuatro años, no ad calendas graecas
7.- Cuarta convergencia: Estamos de acuerdo con Lorenzo Peña en priorizar la incorporación de jóvenes investigadores al IFS, e incluso concretamos los modos de hacerlo. Cualquiera de los programas estratégicos que proponemos requeriría para su puesta en funcionamiento de varias/os investigadoras/es jóvenes, así como de personal técnico y administrativo adicional. Los principios se manifiestan en la práctica mediante propuestas y acciones concretas, no mediante declaraciones de principios. Asumimos los principios que Lorenzo Peña menciona en su escrito (defensa de la investigación como servicio público, defensa de las Humanidades -no sólo en el CSIC, también en las Universidades-, defensa de la enseñanza de la filosofía en secundaria) y promovemos ámbitos de colaboración entre el IFS y otros Institutos y grupos de investigación del CSIC, no en forma de grandes declaraciones, sino en la práctica cotidiana. Nos remitimos a la memoria anual de actividades del Instituto.
8.- Cuarta divergencia: Sin embargo, al menos en mi caso, no atribuyo a dichos principios el rango de imperativos éticos. La unificación de los Cuerpos de investigadores del CSIC con los Cuerpos de Profesores Universitarios no es una cuestión ética, sino administrativa y, a lo sumo, política. Otro tanto cabe decir de la integración del IFS en el área de Humanidades del CSIC que Lorenzo Peña propone como un imperativo ético, y que es un asunto administrativo y de política científica; o de la enseñanza de la filosofía en secundaria, cuestión de política educativa sobre la que ya se ha pronunciado el Parlamento, que es el depositario de la soberanía nacional, y por ello legisla. A veces, los grandes principios devienen gigantescos, desmesurados, hipertrofian la noción de ética. Nuestra candidatura está pensada para un microcosmos, el IFS, no para la Presidencia del CSIC ni para el Ministerio de Administraciones Públicas o el MEC, de los que dependemos. Sobre la quimera del rey filósofo ya hay publicaciones excelentes.
9.-
Quinta convergencia:
Entre las dos propuestas hay otros puntos de convergencia,
precisamente a nivel microcósmico. Nos parece muy bien que alguien
promueva un Seminario Permanente para el conjunto del Instituto,
siempre que haya ponencias formales que se presenten a debate. También
apoyamos la propuesta de un Defensor del Personal y la canalizaremos a
la Presidencia del CSIC si se nos elige. Estamos a favor de potenciar
el papel del Claustro, pero siempre teniendo en cuenta que hay órganos
que tienen competencias jurídicas establecidas (como la Junta de
Instituto, los Departamentos y el Patronato), y que la investigación la
promueven y la llevan a cabo los grupos investigadores, presentándose a
convocatorias abiertas y competitivas en las que consiguen financiación
para sus actividades, equipamientos y recursos.
Yendo a lo más general,
también priorizamos lo público sobre lo privado, pero sin satanizar el
ámbito en donde, según muchos pensadores, reside la conciencia moral,
religiosa y espiritual. Los valores económicos y empresariales no
llevan a la depravación moral, como ha demostrado, entre otras, Adela
Cortina. En todo caso, si nuestra candidatura es elegida, nos parecería
muy bien que Lorenzo Peña promoviera y organizara un Seminario
Permanente de Filosofía, pues alentamos este tipo de acciones internas
al Instituto, que serían altamente positivas y encajan bien en nuestro
Programa.
10.- Quinta divergencia: No entendemos que los lineamientos programáticos para la dirección del Instituto de Filosofía del CSIC deban estar orientados hacia una meta asintótica como la que Lorenzo Peña menciona: ¡Sed perfectos, como vuestro padre celestial es perfecto!. Tanto Concha Roldán como yo aceptamos que los seres humanos procedemos de los primates, no del cielo. No tenemos padre celestial, aunque respetamos a quien crea tenerlo. Axiológicamente, nuestra pauta está basada en el principio de pluralidad y en la composibilidad de sistemas de valores distintos, e incluso opuestos. Por tanto, si somos elegidos nos limitaremos a hacerlo lo mejor posible.