PEÑA GONZALO, L.: Fundamentos de ontología dialéctica. Siglo xxt. Madrid, 1987, 427 págs. Aunque, desde hace ya bastantes años, el filosofar al modo analítico ha venido aportanto abundantes e interesantes materiales para una investigación ontológica que parecía estar reclamando un rumbo diferente al neoescolástico o al fenomenológico, «no puede decirse, precisamente, que abunden los textos generales de ontología elaborados con un enfoque dialéctico y que, a su vez, exploten las técnicas rigurosas de dilucidación y argumentación forjadas por la moderna filosofía analítica».
Con esta afirmación, válida por igual para las filosofías profesadas dentro y fuera de nuestras fronteras, comienza el libro de Lorenzo Peña, en la actualidad investigador del Instituto de Filosofía del CSIC.
Un libro que, preparado por otros trabajos y gestado desde una concepción filosófica general, que es la "ontofántica", pretende llevar a cabo una contribución varia, junto a la evidente intención deponer fin a la ausencia de este tipo de obras en la bibliografía filosófica: en efecto, sí, como podemos leer en el Prólogo, el autor espera que la lectura de estas páginas sirva de «primer contacto con la filosofía ontofántica en particular y, más generalmente, con este modo analítico (riguroso, razonador) y, a la vez, dialéctico de hacer ontología», así como de acicate para la curiosidad o la inquietud de quienes se preguntan «los qués y los porqués» de la realidad, confía asimismo en que este trabajo deshaga el entuerto de ver la filosofía analítica extraña y alejada de toda preocupación ontológica, al haber sido entendida como una filosofía ocupada de cuestiones lingñisticas y epistemológicas en exclusiva, y advierta de la importancia que para los estudios ontológicos tienen tanto las lógicas de lo difuso, descubridoras dc la gradualidad existente en lo real, como las lógicas paraconsistentes, reveladoras de la posibilidad de coexistencia entre verdades contradictorias.
Estamos, pues, ante una seria investigación ontológica que, según manifiesta el autor en la Introducción, aspira a «una intelección de lo real en general, del existir». Para elío, a lo largo de nueve capítulos, son ti-atados con las técnicas aportadas por la filosofía analítica aquellos problemas que, habiendo constituido desde la Antigüedad el objeto de la «FilosoFía primera», la "Metafísica" o la «Ontología», se han estudiado tradicionalmente bajo la rúbrica de «metafísica transcendental». Lo que nos interesa es todo lo relativo al "existir' --qué sea el existir (cuál sea el significado del verbo "ser" o de su sinónimo "existir"); qué es aquello de lo que cabe decir que es o existe; si hay o no sentidos irreducibles de ese verbo `existir" (o "ser" cuando éste no es cópula) y del sustantivo derivado "ente"; qué sea el no-existir, y qué sean los no-existentes --lo que nos hará darnos debruces con eí problema de si existir seda por grados o no--; si cabría la posibilidad deque no existiera nada; cómo se relaciona la existencia con la referencialidad lingíxística; cuáles sean las leyes generales que rigen todo lo existente" (págs. 17-18).
Aunque estos espinosos siete problemas son abordados cruda y directamente de manera sistemática, ello no constituye impedimento alguno para recurrir a las posturas mantenidas al respecto por Frege, Russell, Quine y otros filósofos de orientación analítica. Lo que tampoco ha de entenderse como un intento de búsqueda de una solución ecléctica a tales problemas, ni mucho menos interpretarse como la mostración del dominio sobre un conjunto de conocimientos eruditos, ya que el autor se ha decidido a exponer una personal concepción filosófica en coherencia con su propio modo de llevar a cabo una reflexión racional.
Así, desde un "realismo concretista" (pág. 65), y apoyado en el estilo del proceder analítico, va sucediéndose eí riguroso tratamiento de los temas nucleares de la metafísica ya reseñados hasta desembocar en «un racionalismo como el de cuño dialéctico y ontofántico, sugerido en estas páginas» (pág. 218): después de afirmar que "la existencia tiene como función característica la relación de identidad, o sea: aquella relación que asocia cada ente consigo mismo y nada más que consigo mismo» (pág. 37) --"cada ente es lo mismo que su existencia», escribirá en la pág. 39--, completará su i-espuesta a la inicial cuestión de "¿qué es, exactamente, eso de existir?» (pág. 25) mostrando cómo la existencia implica la inexistencia, como complemento suyo, dado que la realidad es gradual, puesto que "hay grados múltiples --infinitos-- de existencia o realidad» (pág. 134) --expresión de `la tesis central de este capítulo (y una de las centrales de esta obra)' (ibidem)--, y contradictoria, ya que «se han de reconocer contradicciones verdaderas" (pág. 132), surgidas «como resultado de las gradualidades» (pág. 133).
En la segunda parte del libío se aborda el arduo problema de si hay principios ontológicos; y, aunque de inmediato se defiende la existencia de principios tales, se reconoce igualmente que "no hay modo alguno de probar que si existen principios ontológicos válidos. Pero, de aceptarse uno de los principios que luego postularemos --el de inteligibilidad--, no puede por menos de reconocerse --para ser consecuentes-- que sí hay principios ontológicos, porque la realidad es inteligible" (pág. 204).
De aquí que, tras probar, desde un enfoque pragmático o idealista, o "trascendentalista», el principio de inteligibilidad, a saber, `que ese ajuste del pensamiento a las leyes lógicas tiene lugar siempre y que usualmente tal ajuste se produce globalmente (en todos los aspectos), si bien, en muchos casos, es sólo relativo (se da sólo en algunos aspec:tos)» (págs. 207-208), prosigue con la exposición y discusión de los principios de coherencia, de razón suficiente, de tercio excluso, de no-contradicción, de identidad, de gradualidad, de separación y de interdependencia.
El esfuerzo que Lorenzo Peña ha realizado por arrojar luz y poner orden en cada uno de los muchos aspectos contemplados en el libro es algo que se puede apreciar desde la primera hasta la última de sus páginas, y que es justo agradecer. Tal vez, no hubiera sido inoportuno el que, al ocuparse de la inteligibilidad de lo real, el autor se hubiese hecho eco de los análisis realizados por el pensador que, entre nosotros, y hasta hace poco, tanto empeño ha puesto por mostrar que, pues "el saber y la realidad son en su misma raíz estricta y rigurosamente congéneres», «la intelección humana es formalmente mera actualización de lo real en la inteligencia sentiente»; idea a cuyo desarrollo está dedicada una trilogía, titulada inteligencia sentiente. Como se habrá advertido, me estoy refiriendo a Xavier Zubiri, quien ya en Sobre la esencia había escrito lo siguiente: «Aquello que primera y formalmente es inteligido sentientemente, y aquello en que se resuelven todos los conceptos de la inteligencia, no es ente sino realidad».
Antes de terminar, convendrá decir que Fundamentos de ontología dialéctica expresión fiel de un auténtico filosofar vivo y, en tanto que tal, penúltimo --como refleja el Epílogo mismo-- e inconcluso, al igual que se ha visto precedido de otros trabajos --Contradiction et vérité. Etude sur les fondaments et la portée épistémologique d'une logique contradictorielle, Una defensa de la univocidad de la palabra ente, "Aporetíc and Nonaporetic Paradoxes from the Wiewpoint of an Axiomatized Contradictorial Fuzzy Set-Theory", por citar algunos--, se verá continuado en títulos como El ente y su ser: un estudio lógico-metafzMco, Rudimentos de lógica matemática y Dialéctica, graduatidad y contradicción, según nos anuncia Peña en eí prólogo del libro que acabamos de comentar. José A. MARTíNEZ MARTÍNEZ